Na web de turismodeourense.gal informase que "a igrexa da Santísima Trindade é unha das máis antigas que se conservan en Ourense. Orixinaria dos séculos XII e XIII, ao longo da súa historia experimentou numerosas modificacións. Destaca o seu portón de acceso desde a Praza da Trindade, cuxas figuras dan boa conta da historia do templo, ligado a un antigo hospital de peregrinos.

Como se indica en "Ourense no Tempo" desde o século IV d.c, a zona do Villar e as Burgas podíanse considerar o centro urbano, estando a "Abadía" da Trindade xusto no límite da vila, moi preto dás Portas dá Aíra e do Vilar, foi usada como necrópole, ata que a finais do século XII edificásese un "Complexo Hospitalario" formado pola abadía, a igrexa e hospital de peregrinos, e que posiblemente estivese vinculado á presenza de mananciais termais na zona

O Hospital estivo en pé até o ano 1862 en que foi demolido. A Abadía caeu sete anos máis tarde, en 1869, para permitir a apertura de lacalle Pelouriño (Colón) cara ao novo Xardín do Posío, (Rúa do Pai Feijoo).

A igrexa afortunadamente mantívose en pé e, como se indica en "Ourense non Tempo", "por casualidades do destino, o hospital de San Roque na Alameda, que foi a causa principal do decaimiento e desaparición do Hospital da Trindade, acabo contribuíndo a embelecer a entrada do atrio da igrexa en 1927". De feito a portada procede do antigo Hospital de San Roque (s. XVI), edificio que durante moitos anos ocupou o solar onde hoxe está Correos, na Alameda. De aí a representación do santo e o seu can Melampo. Posiblemente os outros dous personaxes, en senllos medallones, sexan dous famosos médicos da Antigüedad: Hipócrates e Galeno.

Trátase de igrexa é a máis antiga das que se conservan en Ourense: o seu atrio, no que pode verse un fermoso cruceiro de estilo plateresco (s. XV), foi construído sobre unha antiga necrópole romana.

Da fábrica orixinal aínda se aprecian o aspecto fortificado e algúns detalles románicos, aínda que a decoración da súa ábsida, con crestería gótico-flamígera, indícanos que foi reformada nos séculos XV e XVI. No seu exterior, dous torreóns cilíndricos confírenlle certo aire de fortaleza, algo que comparte coa Catedral. No interior, de planta basilical, resalta a capela maior poligonal e cuberta con bóvedas de crucería con claves profusamente decoradas. A nave longitudinal vai cuberta con bóveda falsa e dividida en tramos mediante arcos apuntados. Dous retablos barrocos nos laterais e un maior, do século XVI, na nave central conforman o conxunto escultórico, que se completa cunha pila de auga bendita geminada.

Esta igrexa, como dixemos anteriormente, a máis antiga de Ourense, é un téstigo do pasado da nosa cidade. Hai pouco máis dun ano levaron a cabo unha serie de traballos de rehabilitación que permitiu que arquitectos e restauradores fosen descubrindo algúns segredos que aínda garda, algúns retrincos da súa historia. Devanditos profesionais atopáronse cunha cornixa orixinal do século XII, ou os canlóns ara a evacuación da auga, co seu tres gárgolas intactas, ou os restos de pintura dunha antiga policromía xeométrica, que apareceron ao retirar os retos de marmolina que ocultaban a pedra da nave, etc.

"A cada paso atopámonos algo que nos sorprende, coma se a igrexa fose relatando en cada paso unha parte da súa historia", explicaba Enrique Velasco, un dos restauradores do conxunto, nunha entrevista que lle fixo o Faro de Vigo.

Recoméndovos que a visitedes, que gocedes da tranquilidade que existe en é lugar, unha tranquilidade que, sen dúbida, está asociada aos séculos de historia que alí se concentran.






 














Fui el sábado y volví hoy, domingo. En estos dos días me acerque al monasterio de Oseira con la intención que poder visitar su interior. Al final hoy pude entrar, hoy pude disfrutar de una agradable hora escuchando atentamente como la guía nos mostraba los "secretos" y la historia de esta  maravilloso lugar, de este tesoro que tenemos en Ourense.

Podría empezar, a partir de este punto, contando cual es su historia, cuando surgió, como llegó a ser un lugar de poder y esplendor, su momento de abandono por la desamortización de Mendizabal (1836-37) y su resurgimiento, pero si uno visita la web del monasterio tendrá una más que completa información. Yo. como hice cuando traje aqui el monasterio de San Pedro de Rocas, os voy a traer un relato del historiador Manuel Sales y Ferré que publicó en marzo de 1899, formando parte del "Boletín provincial de monumentos históricos y artísticos de Orense" y que decía asi:

Como a unos siete kilómetros de Cea y treinta de Orense, asiéntase en fertilisima hondonada, que contrasta con lo agreste y yermo de las montañas que encuadran el pequefio valle, el célebre monasterio de Osera, llamado por muchos el Escorial de Galicia.

Fue fundado en 1137 bajo el reinado del emperador D. Alfonso VII, constando de la escritura de donación otorgada por aquel soberano, que fue dedicado a Santa Maria de Ursaria, su primitivo nombre, y que su primer abad se llamé D. Garcia.

Antes de la fundación del suntuoso monasterio, era Osera un lugar inculto y desierto, verdadera madriguera de osos y otras fieras, como lo comprueban las armas del convento, representadas por dos osos trepando a un pino, y las palabras de su primer abad:


Nemine sciente ibi aliquando ullam habitationem hominum.


Es opinion común que, tanto el referido abad D. Garcia, como los monjes Pedro y Diego, que con él fundaron el convento, fueron españoles; pues si bien procedían de Claraval, sabido es que en este célebre monasterio habia monjes de todas las naciones, y que era costumbre enviar para la institución de nuevos monasterios monjes naturales del pais, circunstancia que hace presumir con algún fundamento que serian ademas hijos de Galicia.

La fundación del monasterio de Osera tuvo lugar en vida del mismo San Bernardo, pariente del emperador D. Alfonso que lo fundó, siendo aquel unido mas tarde al de Claraval como filial del mismo, y recibiendo sus instituciones.

Destruido el primitivo monasterio, a excepción del templo, por un incendio ocurrido en 1551, dio comienzo en el mismo año la construcción del que hoy existe en ruinas, construcción que duró hasta fines del siglo pasado; siendo así como la historia en piedra del arte arquitectonico en los tres últimos siglos, que se revela en las construcciones llevadas a cabo en diferentes épocas desde el comienzo de su reedificación.

EL TEMPLO

Lo mas notable del monasterio de Osera, lo que constituye una verdadera joya arquitectónica que, a pesar de la injuria de los gobiernos, se sostiene en medio de aquellas ruinas, es el templo, empezado a mediados del siglo XII y concluido en el XIII.

Es de transición románico-gótica, y consta de tres naves de siete tramos, formando cruz latina de brazos cortos. Mide 58 metros de largo por 22 de ancho en el crucero, y 16 en el pie.

Son estas naves de bastante altura, y la traza muy elegante, por la esbeltez de las columnas y la correcta linea de los arcos. Las bóvedas son de medio cañón, con ligera ojiva, así como los arcos, que son peraltados los de las naves laterales y de medio punto los de la central.

Apóyanse los arcos sobre pilastras cuadradas, decoradas sus cuatro caras de altas columnas, con capiteles bien desarrollados, de forma cibica algunos é historiados los más.

Los tres primeros tramos de las naves laterales tienen la bóveda restaurada en el estilo gótico florido de fines del siglo XV, en armonía con la bóveda del coro, que es del mismo tiempo y estilo, y de tan poca curvatura, que parece plana a la vista. Abrese en el muro de cada tramo elegante ventana románica, apoyados los arcos sobre columnas de grandes capiteles, y adornadas archivolta y cornisa con relieves que representan círculos con cruces inscritas, flores, lacerias, estrellas y otros motivos del arte bizantino. Otras dos series de ventanas abiertas en el arranque de la bóveda, sin ornamentación, alumbran la nave central.

La parte principal y más hermosa de este templo es la cabeza, por sus esbeltos fustes, sus grandes capiteles, sus graciosos arcos y la grandeza del conjunto. Los ábsides son de planta redonda; pero aparece señalada ya en los muros, mediante columnas dentro y aristas fuera, la forma de polígono propia del ojival. Consta el interior de dos cuerpos, ostentando el bajo siete esbeltas ventanas de arco apuntado, cornisa muy desarrollada y columnas robustísimas, y el superior, otras tantas ventanas abiertas entre los baquetones y adornadas de gruesas molduras. Una media cúpula forma el techo. Cupuliformes son también las bóvedas de la girola, y sus arcos, que miden un cuarto de circulo, van a descansar sobre los capiteles de elevadas columnas románicas. En el ábside exterior abrense cinco capillas, las típicas de la iglesia, comunicándose entre sí por elegantísimas ventanas, con sus cornisas, arcos y archivoltas cubiertas de rica ornamentación. Este ábside, muy semejante al de la Catedral de Santiago, así en la traza como en la extensión, quizás le supere en belleza, por la elegancia y originalidad de la ventanería abierta en la media cúpula.

Cubre el crucero una cúpula prismática de dieciséis caras y elegantes dimensiones, con pinturas al fresco de mediano gusto y fecha posterior a la de la construcción, que es del siglo XVI. El brazo Norte comunica al exterior por una puerta sencilla de estilo románico, coronada de un rosetón, cuyo calado ha sido reemplazado por una cruz. En el brazo Sur, una puerta greco-romana da paso  la antesacristía, de bóveda ojival flameante, y desde la que se entra por una puerta moderna  la sacristía, antes sala capitular, cuadrado dividido en tres naves por arquetías de columnas góticas retorcidas, de las que parten multitud de nervios, que se extienden por la bóveda formando un laberinto de lineas. Esta sala, semejante por su planta  las capitulares románicas, fue construida en tiempo de los Reyes Católicos, y no carece de belleza y grandiosidad.

El imafronte de la iglesia, con sus dos esbeltas torres laterales, es del siglo XVII, de estilo greco-romano, sencillo y puro; pero no corresponde a la grandeza del templo, por lo raquítico de su puerta, ventanas y frontones. Corta el frontón de la fachada una hornacina,  en la que aparece tallada en piedra la imagen de la Concepción.

A entrambos lados de ésta sendos escudos: el de San Bernardo y el del monasterio, y arriba, el imperial. Dos estatuas, una en cada lado de la puerta, completan el decorado del imafronte.




















EL CONVENTO

La fachada del convento, que forma ángulo recto con la de la iglesia, es de principios del siglo XVIII, de gusto churrigueresco y muros almohadillados, ofreciendo cierto sello de grandiosidad, a causa de su extensión. Consta de dos cuerpos. A derecha é izquierda de la puerta de ingreso vense dos esculturas, de fina talla, propiedad de expresión y actitudes adecuadas, que parecen ser del siglo XVI, y representan, la del lado izquierdo, a San Mauro en su cueva, en el momento de llevarle la comida un anacoreta, y la de la derecha, el nacimiento del Señor.

Sobre la puerta campea el escudo del monasterio, sostenido por dos figuras alegóricas, que tienen a sus pies, la una a la Muerte, y la otra a Satanás, unidos por una cadena de piedra, de una sola pieza, y de la que, desgraciadamente, sólo se conservan algunos fragmentos.



Las figuras alegóricas sostienen, ademas del escudo, una banda, que rodea la parte inferior del mismo, y en la que se lee la inscripción: Hic aremus ascetarum.

Llama, por último, la atención, en la fachada, el suntuoso escudo puesto entre las dos ventanas del segundo cuerpo, y encima, una hornacina con dos figuras de piedra, que representan a la Virgen y  San Bernardo en el acto de recibir el santo la leche de los sagrados pechos.

Los cuerpos están divididos en tramos, adornados, los del principal, con elegantes escudos de las diferentes órdenes militares; sobre el frontón, la estatua de la Esperanza, y coronando el imafronte, a modo de crestería, cuatro estatuas y cinco pináculos en serie alternada.







Al través de un pequeño vestíbulo se penetra en el primer claustro, del siglo XVI y nada notable. Algo mas vale el segundo, dividido en dos cuerpos: el inferior de elegante arqueria del Renacimiento; el superior, del siglo XVII.

Por una puerta de hermoso arco canopial se pasa a un vestíbulo de bóveda gótica, y de éste, a un tercer claustro, incompleto por los tres lados Este, Sur y Norte.

Este claustro es el mas notable de los tres, por la esbeltez de sus ventanas, la ligereza de sus arcos, la sobriedad de su bóveda ojival y las armónicas proporciones del conjunto. Pertenece al tiempo de los Reyes Católicos, y la sencillez de su bóveda, semejante a la de la catedral de Sevilla, contrasta singularmente con otras construcciones góticas de la misma época por todo extremo recargadas. Lastima que se haya descuidado tanto su conservación, y que la acción del tiempo haya producido en él tan sensible deterioro.

En el centro de las patios formados por estos claustros se elevaban artísticas fuentes, cuyas aguas fertilizaban hermosas huertas y jardines, en los que jardineros y horticultores traídos expresamente de Francia, cultivaban las más vistosas flores y árboles de frutas exquisitas. No sabemos si aun vivirá un anciano de Osera, que en la época de nuestra visita al monasterio (1885) alcanzaba la respetable edad de ochenta y seis años, el cual, según nos dijo, recordaba perfectamente, entre otras cosas, una de aquellas huertas cubierta de cepas, cuyos racimos proporcionaban ya en Agosto abundante postre a los buenos PP. Las magnificas fuentes que hoy existen en la plaza del Hierro y en la parte alta de los jardines de Posio, en Orense, proceden de aquel famoso monasterio.





Entre el primero y segundo claustro se encuentra la escalera principal, que conduce a la planta alta. Tiene 24 pies de ancho, y consta de igual número de escalones ajedrezados. La bóveda es de arista, pero semejando baquetones góticos, y esta dividida en tres tramos por arcos de medio punto, apeados sobre pilastras elevadas y airosas. Su construcción corresponde a la primera mitad del siglo XVI.

Decoran los muros de la escalera pilastras y cornisas de orden dórico, formando cinco entrepaños: en el centro de cada uno de éstos, su hornacina, con una estatua de mala talla, debiendo mencionarse únicamente la de San Famiano, hijo del convento y el que más lustre y fama le dio por su ciencia y santidad,

El piso alto, hoy casi por completo arruinado, ofrece, no obstante, vestigios suficientes para formar idea de una grandeza que se hundió en los abismos del pasado.

Se adivina aún por ciertos detalles el lujo y esplendor de la que fue sala abacial; se ven los restos de las magnificas cañerías que conducían el agua a todas las celdas; aun quedan en pie algunas chimeneas y restos de otras que denotan la existencia de calefactorios en todas las estancias, y aun subsiste, aunque harto maltratado por la accioné del tiempo y el completo abandono, el refectorio, gran sala rectangular, dividida en cuatro tramos, de bóveda ojival, con arcos torales de medio punto y gran riqueza de baquetones, que se tuercen y retuercen por el techo formando una estrella en el centro de cada tramo. Lo alumbran ventanas (una en cada tramo) pequeñas, pero esbeltas, con arcos de medio punto.

Del refectorio se pasaba a una gran azotea, cuyo balconaje, a juzgar por los restos que aun quedan, era de preciosa estructura. En esta azotea es de suponer que reposarían un rato los frailes después de la refacción, recreándose en la vista que ofrece el bello paisaje que desde allí se domina.

Siguen después, por la parte del Sur, numerosas habitaciones derruidas, que estaban destinadas a celdas de los novicios, y flanqueando el ángulo formado por este lado y el del Este, un elevado torreón de ancha base, a cuya meseta, que debía servir de mirador, se asciende por angosta escalera en espiral. En el ángulo del Oeste se encuentra el salón destinado 4 biblioteca, cuya estantería, de recargado adorno y mal gusto, es de fines del siglo pasado. El ángulo Norte, que es el mejor conservado y que por eso mismo se utiliza para habitación del párroco, consta de varias piezas, que debieron ser celdas de los frailes unas, y destinadas otras a salones de recibir, de comunidad, etc.

Tales son, someramente descritos, la iglesia y el convento de Osera, tan humilde en sus comienzos, y tan opulento y sobrado de riquezas desde la quincena centuria.























Areas del Monasterio de Oseira



Foto antiguas del Monasterio de Oseira









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