Nunca presumí de tener buena memoria, la verdad es que mi memoria es realmente mala. Si a esa deficiencia se junta las "virtudes" del despite y la poca paciencia, pues el resultado es lo más apropiada para lograr abonar una campo donde sea dificil que broten momentos, vivencias, sensaciones,... de tiempos pasados. De todas maneras resulta curioso, como se muestra en algún anuncio televisivo, la presencia de algunos botones o interruptores que poseemos y que hacen que se nos enciendan luces que permiten enfocar retales perdidos de otros días, de días pasados, de días donde eramos lo que ahora no somos, ... más jovenes. 

Este rollo viene a que hace unos dias, cuando fui a beber un poco de agua, en la nevera lo unico frío que había era una pequeña botella de gaseosa. Pues nada, me decidi por la fria y burbujeante bebida, y al poco me volví a los diez años cuando a escondidas, en casa de mis padres, saboreaba la sabrosa "Pitusa" que acababa haciendome llorar, ...de placer. Esas burbujas me llevaron a otro sitio, a otra cocina, a otra nevera, ...pero tambien a otras sensaciones y otras querencias. 

Lo que rememoré gracias a ese trago de gaseosa, tambien me ocurre con otras cosas, con otras sensaciones: la rodaja de un pan que ya hace años se untada de nocilla y que merendaba sentado junto a una mesa de formica verde mientras mi madre fregaba los platos, la visita a la iglesia donde aun oigo, las pocas veces que voy, la voz de mi abuelo Manuel invitandome a cantar -"... canta, canta tí tamen..."-, el olor de la hierba de los caminos, caminos por donde corriamos hermanos y primos, el olor de un champu que me acompañó al norte de Portugal cuando acabada la carrera nos fuimos unos cuantos amigos, los huevos y las patatas fritas freidos en la cocina de leña, el humedo y frio que sufrian mis pies por los reconditos campos de la tercera y segunda regional, las meriendas de los domingos por las tardes en los hostales que habia al borde de aquellas antiguas carreteras nacionales, las carreras a la salida de misa, con un par de duros en las manos, para llegar cuanto antes a una tienda que igualmente te vendía unos caramelos y unos "palotes" que te servía una copa de brandy o que te vendía una paquete de arroz,...

Y eso que mi memoria es un desastre.


Esta reciente el final de un año y el comienzo de otro. Es momento en las empresas de realizar el tradicional inventario. Aprovechando esta fiebre contadora o contabilizadora de lo que existe en cada uno de los correspondientes almacenes, de lo que había, de lo que se compró y no se vendió, de lo que quedó, del valor de todo,... me he parado a pensar si no seria conveniente que hiciese mi propio recuento. No debería, quizás, “cerrar” un par de días el chiringuito y analizar mi stock?. Podría llegar, perdón, tendría que llegar a ciertas conclusiones a fin de realizar un cierre contable como el dios PGC así lo manda. Sin duda tendría que listar los artículos de mi almacén y comprobar si concuerda con la realidad: si tengo lo que en los papeles indica que tengo, si ha sufrido una considerable depreciación, por lo que debería dotar un fondo o una provisión para cubrir esa perdida de valores, ejem, quiero decir valor, de porque llegaron a mi almacén algunas cosas sin haber analizado previamente su posible venta, o su falta de salida, porque tengo tanto de unas cosas y falta de tantas otras, cual es el mínimo recomendable para no correr el riesgo de una ruptura de stock, como valoro mis existencias, por el valor puro y duro de adquisición, por un valor añadido,.... Lo que estoy seguro es que al final entre lo que tenía, lo que adquirí, lo que vendí y lo que tengo sabré lo que podré ofrecer mañana y como deberé gestionar mi almacén





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