Nos acababan de servir los cafés y una infusión a los tres. Estábamos sentados al fondo de la cafetería y ella sonreía mientras miraba hacia la puerta de la entrada, mientras nos escuchaba, todavía sin acabar de asimilar lo que pocos minutos antes le habían comunicado en la empresa. Había sido despedida. En ese momento entraron más compañeros que después de pedir su consumición se fueron sentando alrededor de la mesa. Hacia diez minutos que habíamos terminado la jornada, hacia diez minutos que le habían entregado la carta de despido con un mísero talón sujeto con un clip a modo de gratificación por los veinte años de servicio. "Esto ya me lo esperaba", dijo al rato. "Me lo esperaba después de lo ocurrido hace unos meses, me lo esperaba pues mi trabajo y mi dedicación no era ni por asomo comparable con la poca simpatía que hacia mi tenían".

Son casi una veintena de años los dedicados a un trabajo con profesionalidad, honestidad y siempre con una sonrisa, son cantidad de experiencias, de esfuerzos, de luchas por su puesto de trabajo y por la empresa para no ser considerados con un mínimo de respecto, el respecto que se merecía como para no haber utilizado como excusa, una excusa cobarde, el hecho de que "hay que reducir personal". Esta, no es más que una burda coartada tras la cual se esconden años de malas decisiones, de una prepotencia absurda y de una conducta alejada completamente de la realidad. Y esa misma falta de ideas y de un plan les lleva ahora a tomar los caminos menos apropiados, a tomar decisiones increíbles, decisiones inútiles, decisiones vergonzosas.

"Me mandó subir. Yo ya supuse que nada bueno me esperaba, bueno esto es lo que me esperaba", dijo mientras tomaba su infusión. A mi se me revolvía el estómago pensando en la manera como estaban gestionando su empresa estos empresarios que no han sabido crecer con el mundo que tenemos, ni han querido aprender de él. Para que, si ya saben todo lo que hay que saber. Me dolía ver como se agradece la labor de un trabajador que ha cumplido perfectamente con las órdenes que le daban, y tomando la iniciativa cuando no lo sabían hacer, renunciando en multitud de ocasiones a sus propios derechos y como esta renuncia ha sido pagada de una manera tan ruin, tan injusta.

Lamentamos cada uno de los que la acompañábamos el hecho de estar allí, nos quejamos del desastre que nos rodeaba y del gobierno que sufrimos durante nuestro jornada de trabajo. Pero quizás sea la pantomima que están montando como solución lo que más nos enrabia a todos. Eso y el hecho de que ella no vaya a estar en su lugar de trabajo bromeando, riéndose, siguiendo las coñas de los técnicos mientras los atiende con rapidez y con eficacia. Una rapidez y una eficacia que solo la ven los que miran, y los que saben. Echaremos de menos a una compañera a la que no se trató como debía, a la que únicamente se la pusieron zancadillas y no la dejaron trabajar, a la que no dejaron vivir.

Me viene a la cabeza cuando esos que la despidieron se lamentaban diciendo que si los políticos son unos inútiles, que si los bancos y los banqueros son unos desgraciados y que si con la cantidad de morosos que deambulan por ahi es difícil tirar de la empresa hacia delante. Estoy completamente de acuerdo, como también opino que sin personal de valía, sin buenos trabajadores y sin una pizca de decencia la cuestión aun se vuelve más jodidamente complicado.

Nos fuimos hacia nuestros coches, despidiendonos y deseandole lo mejor. Nos fuimos animandola y dolidos por no tenerla mañana. Un mañana que será peor

* Porque veces las cosas son así y no son así


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