A veces no hace falta fijarse un destino para que tu camino sea de lo mas productivo. El pasado domingo, la tarde se presentaba despejada y calurosa. Aunque se nota la llegada del otoño bien es cierto que este no tiene demasiada prisa en llamar a la puerta

Como vengo contando, salí de casa y cogí el coche. Cuando salí del garaje no tenía la más mínima intención de ir a algún lado en concreto. Miento, si que buscaba un sitio donde pudiese pasear acompañado de árboles y del mayor de los silencios que pudiese encontrar. A los pocos minutos recordé un artículo , que leí no hacía muchos días y que informaba de los trabajos de diversos voluntarios en la campaña de excavaciones del Castro de Armea

Decidido. Me iba a pasar la tarde a Armea

Abandoné Ourense y me dirigí por la antigua carretera nacional. Pase por la localidad de Taboadela, seguí en dirección del Alto de Boa Madre y me desvié hacia Santa Mariña de Augas Santas. Poco antes, me dirigí hacia la localidad de Armea. Esta es una pequeña y bonita aldea de apenas una veintena de casas que mantienen en secreto unos recuerdos que tiene mucho que ver con la historia, la tradición y las leyendas relacionadas con el mundo castrexo, con los romano, con los templarios y con la propia Naturaleza. Todo ello, sin duda, evidencia de una manera muy clara la ocupación de estas tierras desde tiempos inmemorables.

Aparqué el coche a la sombra de unos arboles. Allí, hay cientos de ellos. Aparqué el coche justo cuando llegaba otro.

Me bajé y decidí realizar la ruta arqueológica que el Concello de Allariz tiene configurado y cuya información se muestra en un cartel a la entrada de la aldea. Lo que pasa es que en vez de seguir la dirección aconsejada por los técnicos de turismo prefería hacerla en sentido inverso, es decir, me dirigí hacia el Monte do Señoriño.

Dicha ruta arqueológica discurre por un paraje de gran belleza natural, donde el agua, la vegetación y las rocas se conjugan armoniosamente para ofrecer al visitante un escenario mágico que domina el amplio Valle de la Rabeda. Es un viaje por un espacio mítico y sagrado, fruto de una larga evolución milenaria y que tradicionalmente se ha relacionado con la vida y martirio de Santa Mariña que, recogiendo cultos de religiones antiguas, fue cristalizando y garantizando su perservación hasta nuestros días.

Comencé andando por un camino que hoy forma parte de la Ruta de la Plata. Este  fue en realidad una calzada romana, derivación de la Vía XVIII del itinerario Antonio, utilizada desde la Edad Media por los peregrinos que se dirigía a Santiago de Compostela

No tarde demasiado en ver un interesante petroglifo de la Edad de Bronce situado a orillas del camino y que presenta una serie de grabados, de círculos y de "cobijas". Me acerque para tocarlos y continuar hacia mi destino a la sombra de unos espléndidos robles.

A los pocos minutos, a mano izquierda, en un zona de pendiente, me encontré con el MONTE DO SEÑORIÑO. Este yacimiento arqueologico fue descubierto por el vecino de Armea Manuel Losada. En ese paraje puede observar una serie de rocas cortadas, escaleras y muros, asociados a varias construcciones arquitectónicas. Lo que si se evidencia, y que después pude corroborar leyendo a distintos autores, es que todos los detalles que se perciben y que descubrieron los arqueólogos es la complejidad simbólica de este lugar y su consideración como santuario castrexo, la finalidad religiosa de este recinto. Asimismo los diversos trabajos en piedra, la presencia de pias y canaletas no muestran funcionalidad domésticas, industriales o agrarias de época romana ni anterior. 

Ese lugar supone una novedad en Galicia, a nivel arqueológico, debido a la existencia de una planificación humana que rediseña un monte, creando espacios nuevos a partir de la intervención en la piedra. Además "es la primera vez que se ve algo tan grande de la Edad del Hierro fuera de los recintos castrexos, un gran espacio cultual que va a cambiar nuestra visión del mundo castrexo precisamente en las partes en las que sabemos menos de él, como la religión y la cultura inmaterial", tal como se señala Manuel Gago en su blog

Después de dar unas cuantas vueltas por aquel "outeiro" volví al camino para seguir mi ruta, mi "ruta al revés", entre robles centenarios y silenciosos, hacia la Cidade de Armea y no sin antes tener que apartarme hacia un lado para dejar pasar un grupo de ciclistas que se dirigían hacia la aldea de Abeledo, en el municipio de Taboadela

Camiño de Santiago con el pueblo de Armea a la izquierda
Monte do Señoriño
Monte do Señoriño
Monte do Señoriño
Monte do Señoriño
Monte do Señoriño
Monte do Señoriño
Monte do Señoriño
Monte do Señoriño
Camiño de Santiago
Camiño de Santiago

La CIDADE DE ARMEA también es conocida como  o Monte das Muradellas o Monte dos Pendóns. 
Llegue allí y lo primero que me encontré, mientras subían una pequeña pendiente hacia la ciudad, fue una pequeña zona de trabajo, un pequeño sondeo, donde puede observar los trabajos realizados y la recuperación de lo que a mi me pareció los restos de una muralla.


Cidade de Armea

A pocos metros se acabo la pendiente y, de repente y delante de mi apareció, entre un mágico bosque de robles centenarios, las ruinas galaico-romanas de la Atalaia, donde se conservan espacios habitacionales, atrios porticados, calles pavimentadas y otros restos que a mediados del siglo XX ya excavara, con la ayuda de los vecinos de las aldeas del contorno, el mecenas y estudioso Francisco Conde-Valvís 

Dicho "asentamiento se eleva a 545 metros, con planta ovalada compuesta de dos recintos, el recinto central o "croa" con 378 metros de largo por 115 de ancho, el recinto exterior el poblacional con 452 metros de largo por 247 metros de ancho. En total una superficie de 4,8 hectáreas.  Ambos recintos están amurallados, la muralla exterior que rodea todo el asentamiento mide 1239 metros y la muralla que rodea el recinto central mide 948 metros, en ambas murallas la altura máxima oscila entre los cuatro y cinco metros, con un ancho de tres metros en algunas zonas."

Los expertos intuyen que debió tener un elevado número de construcciones circulares y angulares con aparejo poligonal, estiman la cronología del castro entre los siglos IV a. C. hasta el siglo IV d. C., sufriendo en su último período una fuerte romanización. 

El antiguo castro se situaba en la parte más alta y en las terrazas de noreste se sitúan los restos de una villa romanizada que presenta ya calles pavimentadas, red de saneamiento, canales de evacuación de agua, casas de dos pisos, pórticos y sus edificaciones presentan una buena sillería. Estamos ante un poblado galaico-romano ya enteramente romanizado y que probablemente fue habitado hasta el siglo IV. Desde aquí se obtienen unas fantáticas vistas del Val da Rabeda y de las proximidades de Ourense, en donde existe otro asentamiento romanizado conocido como Santomé que se sitúa a solo 11 km en línea recta y que seguramente convivió en la época de este de Armea.

El yacimiento se encuentra muy alterado debido a la proximidad de viviendas y numerosas fincas que presentan muros de mampostería que aprovecharon muchos de los sillares y piedras de la construcciones originales.

Muchos han sido los restos rescatados en este castro, más de cincuenta piedras circulares decoradas con esvásticas, jambas ornamentadas y decorativas, cerámicas, dos estatuas de guerreros galaicos, dos cabezas humanas de las denominas trofeo, entre otros muchos más prerrománicos. Uno de los objetos más representativos que se encontraron en Armeá fue el conocido como "O Guerreiro Alaricano" que es un raspador para pieles en donde aparece un dibujo de una figura antropomorfa con el pelo encrespado y con un arma en cada mano.

Si el castro se situaba en la parte más alta y en las terrazas de noreste se sitúan los restos de una villa romanizada que presenta ya calles pavimentadas, red de saneamiento, canales de evacuación de agua, casas de dos pisos, pórticos y sus edificaciones presentan una buena sillería. Los restos de la época de romanización encontrados son fragmentos de cerámicas terra sigilata, vidrios, fustes, capiteles y bases de columnas, monedas y denarios, además de diferentes inscripciones.

Dicho lugar debido acoger una población castreña prerromana y, sobre todo, un importante asentamiento de la época ya romana con una cronología amplia entre los siglos II a.C. y el siglo IV d.C. En su cumbre finaliza, actualmente, la llamada Procesión dos Pendóns, donde se hace ondear estos, y que posible sea una reminiscencia de un antiguo ritual castrexo. Dicha procesión se realiza durante la celebración de la fiesta en honor de Santa Mariña, y en donde el párroco bendice los campos siguiendo esta antigua tradición.

En este punto es donde más tiempo me detuve: mirando los trabajos realizados por los arqueólogos del Proyecto Armea, las características de las distintas viviendas, la pavimentación de las calles, etc.


Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea
Cidade de Armea

Salí de ahi con intención de dirigirme hacia la Basílica de la Ascensión, caminando y disfrutando de aquel  lugar y entretenido en aquel bosque lleno de historias y de leyendas.

Dichosa leyendas nacen vinculadas a la existencia y martirio de Santa Mariña que se resiste a los deseos de un pretor romanno de Armea, llamado Olibrio, que utilizó todo tipo de estrategias para vencer a su resistencia, incluida la cadena, el juicio y el castigo. Pero nada dio resultado ante la férrea voluntad de la chica. La chica, dice la leyenda, fue condenada a morir abrasada en un horno, lo que hoy se conoce como "Forno da Santa", pero gracias a San Pedro, que la dejó al lado de un estanque, Mariña salvo la vida. Finalmente, el pretor ordenó que le cortasen la cabeza, que al caer al suelo botó en el suelo tres veces, manando una fuente en cada bote.  

Después de estos martirios Santa Mariña fue enterrada, según dice la leyenda en el lugar donde, con el tiempo surgió un templo, en el que nadie más fue enterrado. Este templo es la BASILICA ROMANICA DE LA ASCENSION (S. XIII)

Pero antes de alcanzar la basílica nos encontramos, primero, con las PIOUCAS DA SANTA (Pilas de las Santa) que según la leyenda de Augas Santas fue aquí donde Santa Mariña fue refrescada por San Pedro después de sufrir martirio en el horno. Se trata de una roca con dos pilas labradas en ella que según la tradición siempre tienen agua y que esta es milagrosa, buena para la vista, los dolores de muela y el reuma. La creencia afirma que para sanar es necesario llevar en la espalda dos piedras pesadas con forma de idoliño y dar o tres o nueve vueltas al interior del recinto. Las pilas se encuentran protegidas por una pequeña muralla de mampostería que las rodea. Junto a las pilas se levanta un carballo,  que no es el gran Carballo da Santa, ya que este lo partió un rayo a mediados del siglo pasado. El original tenía nueve metros de diámetro. Según dicen, el carballo fue vendido por su madera por el párroco a mediados del siglo XX a un leñador, pero ese mismo día un gran rayo lo partió, quemándolo y no quedó ni rastro. El carballo podría tener cientos de años. Cuenta la leyenda que el  comprador falleció en extrañas circunstancias a la semana siguiente y lo mismo sucedió con el párroco poco después. 


Cidade de Armea
Bosques de Armea
Bosques de Armea
Carballo da Santa coas "Pioucas"

Seguí mi camino y a unos metros antes de la basílica surge delante, este colosal y antiguamente venerado "bolo" granitico del PENEDA DA MOURA (ser mitológico galaico muy asociado a prehistoria de Galicia)

Penedo da Moura

Cuando llegue, me encontré con las personas con las que había coincidido en el momento de aparcar. Dos señoras y un señor, jóvenes, pero ya con una cierta edad. Estaban sentados a la sombra, charlando y sin animarse a adentrase en las entrañas de la basílica.

Los saludé, educadamente, deseándoles una buena tarde y sin mucho más adentre dentro de la construcción a través de una estrecha y negra escalera.

Este templo, ensalza en su cripta al monumento del "Forno da Santa" que, junto a la Pedra Formosa, son restos de una antigua sauna castreña (S. I-II d.C.). En ese lugar lo que me encontré, otra vez (no era mi primera visita a este lugar), fueron los restos inacabados de una basílica románica del siglo XIII que se construyó probablemente para conservar y ensalzar lo que esconde en el piso inferior de la cripta que podría ser una sauna o un horno prerromano, ligado al vecino castro de Armea. Muchas veces la cripta es conocida y llamada como Basílica de la Asunción pero realmente su nombre es Ascensión y por ello se celebra la procesión este día. Sobre la construcción de la basílica poco se sabe, pero se dice que fueron los templarios quienes inciaron su construcción. Lo más probable es que sufriera un intento agresivo cristianizador de un culto pagano, pero su construcción se frustró y los motivos no los sabemos. Es probable que la atención se dirigiera al vecino Santuario de Augas Santas donde se supone que están las cenizas de la santa y por ello la finalización de la basílica carecería de sentido al perder los ritos paganos que seguramente “O Forno” albergaría.


La Basilica de la Ascensión al fondo del camino
La Basilica de la Ascensión
Escaleras de la Basilica de la Ascensión
Fornos da Santa
La Basilica de la Ascensión

Para acabar mi recorrido, deje atrás el templo y a través de un estrecho camino, como todos por los que me moví, estrechos y preciosos, me dirigí hacia la aldea y hacia el coche que me devolvería a la ciudad, a mi casa

De todos modos, prometo volver mas veces por estos parajes. Lo prometo

Camino a la aldea de Armea
Aldea de Armea
Aldea de Armea
Pozo sito en la aldea de Armea
Vivienda de Armea
Casa, olivo y horreo de Armea


2 Comments

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Segundo intento. Antes me confundí de tecla...

    La última vez que estuvimos por esos parajes tuvimos que abortar la excursión apenas una hora después de llegar. Unas auténticas nubes, y cuando digo nubes es literal, de mosquitos decidieron acompañarnos todo el rato, manteniéndose los más cerca posible de nuestros ojos, narices, boca y orejas en todo momento y lugar. Únicamente cuando estuvimos dentro de la Basílica encontramos algo de paz. Pero al salir allí estaban, dispuestos a no dejarnos vivir. Así que terminamos por abandonar esos parajes de rocas y caminos con miles de historias poco menos que a la carrera.
    Con lo que, como tú, también intentaremos volver porque el lugar bien lo merece.
    Los mosquitos no tanto; claro. ��

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