Hace un par de semanas estuve de vacaciones. No me fui a ningún lado, exceptuando un par de días que me acerqué a la playa, por lo que estuve por aquí, Debido a ello me decidí por, junto con mi niña, a salir y conocer algunos lugares de la ciudad por los que habitualmente no paso. Hicimos un pequeño recorrido, acorde con el pequeño tamaño de la ciudad, por callejuelas, por plazas, por terrazas que ofrecían la posibilidad de tomarse una cerveza fresca, nos fijamos como se movía nerviosa la gente durante los días de semana y paseamos, paseamos mucho. Tuve tiempo de fijarme en algunos graffitis que decoraban la zona antigua y que compartían, a veces agredían, puertas, ventana y muros de piedra, una piedra que esta omnipresente y que esta cargada de historia, de recuerdos,... 

La verdad a que a poco que uno se fije se da cuenta de dos cosas: la primera, que cualquier sitio tiene cosas escondidas esperando a que alguien las quiera mirar y, la segunda, que habitualmente, y hablo por mi, uno pasa el mayor tiempo del año recorriendo los mismos sitios, parándose en los mismos lugares y haciendo las mismas cosas ...y  la mayoría de las veces ni vemos una vieja puerta de madera que puede que esconda detrás la entrada a una "casa encantada" (era lo que lo contaba a mi niña de mientras me miraba sin hacerme ni puñetero caso) o de pensar que eso que vemos es la base de la ciudad que hoy tenemos, para bien y para mal.

Pues eso, mi ciudad, Ourense, tiene algunos sitios que están esperando a que uno los mire y los mime, para mostrar su encanto y nuestros olvidados cuidados.



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