Sabía que iba a estar en Santiago de Compostela, pero me había despistado completamente. Gracias a que releyendo un periódico ayer por la tarde, mientras tomaba un café, pude volver a ver el anuncio del concierto de Ben Harper y sus increíbles The Relentless 7. 

Decidido me dirigí a la capital gallega para disfrutar de su música. Pase a coger la entrada por El Corte Ingles, que previamente había reservado. Puesto que había llegado con tiempo y después de dejar el coche en el parking situado cerca del Museo de Arte Contemporáneo, aproveche para pasear por la zona vieja. Un zona vieja plagada de gente paseando, abarrotando las terrazas de los bares y cafeterías, cientos de peregrinos con sus mochilas a cuestas, …

Siempre adoraré esta ciudad por como es y por lo que trasmite. Antes de concierto me zampe un bocata sentado frente a la magnifica fachada de la iglesia de San Martín y que gracias a la hora que era, las nueve de la tarde, mostraba su arquitectura adornada con unas tonalidades y unas texturas realmente bonitas. Aproveche esto para tirar unas cuantas fotos antes de devolver al maletero del coche la cámara. La entrada del concierto prohibía acceder con ella al recinto, a la Plaza de la Quintana. Visto después lo visto una autentica pena pues me perdí retratar tanto la actuación del músico, como la entrega del público y el maravilloso entrono. La catedral presentaba una imagen fantástica, increíble, mágica, … igual que las decenas de palomas que brillaban gracias a las luces, mientras revoloteaban sobre la cúpula de la catedral y sobre todos nosotros. 

Cuando accedí a la Plaza de la Quintana, a través de las escaleras que esta al lado de la “Casa das Crechas”, esta ya estaba prácticamente abarrotada. Baje por sus escaleras que llenas de gente y que servirían para ver cómodamente sentado el espectáculo. Me situé en medio de la plaza, con un buena vista del escenario. El músico californiano salto al escenario cuando solo pasaban 10 minutos de las diez y media de noche para comenzar con “Spanish Red Wine”, para comenzar a meterse a la gente que allí estábamos en el bolsillo de sus vaqueros. 

Acompañado por unos increíbles músicos, a mi personalmente el batería me dejó alucinado, creo que pocas veces vi tocar la batería de la manera que lo hizo, comenzó a demostrar lo que es el rock, lo que es el country, lo que es el soul,…Este músico es un ejemplo de lo que supone el mestizaje musical planteado desde el buen gusto, desde el buena hacer. 

Pudimos escuchar temas de sus ultimo trabajo y de trabajos anteriores, pudimos disfrutar de unas guitarras alucinantes, de su “steel-guitar”, de una voz que lo mismo era puro rock’an’roll que un desgarrador soul, una voz que es lo mas negro del mundo y que de repente se tornaba inmensamente dulce y que envolvía a uno, me acuerdo como el tema “Diamond on the Inside” me sacudió y me obligo a decir un sonoro “joder, que hijo de puta” mientras aplaudía rabiosamente cuando acabo.

No se si seré un poco exagerado, pero ayer cuando iba de regreso para coger el coche a las una de la madrugada, iba contento pues había asistido al mejor concierto de mi vida, había visto a un artista, a un músico, a vía visto y oído a Ben Harper.






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