Hace unos días en el suplemento “El Semanal” aparecía una entrevista realizada por la periodista Cristina Carrillo de Albornoz a Bono, el cantante y líder de los U2. En dicha entrevista Bono responde a las preguntas de la periodista en cuanto a su actual situación personal y profesional, a cuales son sus preferencias, sus relaciones con el resto del grupo, sus proyectos, etc. Pero donde hace hincapié la periodista, y el propio Bono, a lo largo de la entrevista es en el compromiso de este, en su lucha contra las miserias, las injusticias y la pobreza del mundo y muy especialmente con las que diariamente ocurren en Africa y con Africa. Una prueba de ello es tanto la implicación personal de Bono como a través de la fundación DATA (Debt-Aids-Trade-Africa) la cual creó en el 2000 a raíz del impacto que le causó una de sus acostumbradas visitas al continente africano
Bono responde a las preguntas denotando desde un principio el compromiso decidido con todo lo que hace, nos habla de su grupo, de sus orígenes y se su actual evolución, habla de su música, pero se pone “más serio”cuando rememora una serie de recuerdos que le hicieron implicarse en los proyectos humanitarios que actualmente “lidera”, relata lo que supone su profesión y como esta le ayuda con esos mismos proyectos, rememora las entrevistas y reuniones que a lo largo de los días a tenido con altos dignatarios, con políticos, con gente de poder, etc. y las que tiene previsto realizar para lograr su mismo compromiso en la tramitación de medidas de ayuda a los países mas necesitados, para exigir la condonación de sus deudas, para lograr el inicio de procesos de legislación de políticas que desemboquen en un comercio más justo igual que acciones médicas y de ayuda a un desarrollo mas sostenible de todos esos pueblos y de toda esa gente en el continente africano, etc.
Sin embargo, existió una frase que me llamó realmente la atención, y no porque no me la haya planteado alguna que otra vez, presumo incluso de tener mi propia visión al respecto y que resulta ser radicalmente contraria a la expuesta por el cantante. El caso es que en un momento de la entrevista Bono confiesa que “…la naturaleza humana es mala y cruel, aunque a veces sea una autodefensa. Creo más en el mal. El mal no me sorprende. Lo espero. Ya no me choca nada de lo que ocurra en el mundo. Lo más sorprendente es la alegría. Quizá debería cambiar mi perspectiva del mundo”.
Debo reconocerle mucho razón de lo expuesto por él, mucho de lo que dice y lo que insinúa en sus respuestas y en sus palabras, además tiene una experiencia de la que yo carezco y supongo que no le permitirá llegar a otra conclusión que la de tener una percepción pesimista del hombre, del mundo, aun a pesar de la cantidad de dinero que tiene y que le valdría para comprar millones de “gafas” que le dejasen ver solo lo maravilloso y lo bonito que nuestro mundo posee. De todos modos pienso que lo realmente perverso lo realmente malo y cruel es el grupo al que pertenecemos, los escasos valores y las pobres prioridades que nos enseñamos y nos marcamos.
Recuerdo que al leer esta parte de la entrevista, me vino a la memoria una imagen ocurrida durante mi visita a Mallorca. Recuerdo como dos niños jugaban al balón totalmente ajenos de donde son, de cómo eran, del color de su piel, de quien era el balón, de si uno era hijo de unos solventes turistas hospedados en un buen hotel y con un buen coche de alquiler en la puerta para poder ir y venir y el otro era hijo de una chica que se dedica a realizar trenzas multicolores a las puertas de ese y otros muchos hoteles. Yo creo, con una testaruda firmeza, en los buenos corazones de esos dos críos, lo que si también creo es que en algún momento de su crecimiento algo que no esta bien hace que la próxima vez que cualquiera de los dos vaya a jugar a la pelota con alguien, deje claro que no habrá ningún problema, o sí, siempre y cuando no haya dudas de que el balón es suyo y que solo jugara cuando el quiera y hasta que el quiera.
Bono responde a las preguntas denotando desde un principio el compromiso decidido con todo lo que hace, nos habla de su grupo, de sus orígenes y se su actual evolución, habla de su música, pero se pone “más serio”cuando rememora una serie de recuerdos que le hicieron implicarse en los proyectos humanitarios que actualmente “lidera”, relata lo que supone su profesión y como esta le ayuda con esos mismos proyectos, rememora las entrevistas y reuniones que a lo largo de los días a tenido con altos dignatarios, con políticos, con gente de poder, etc. y las que tiene previsto realizar para lograr su mismo compromiso en la tramitación de medidas de ayuda a los países mas necesitados, para exigir la condonación de sus deudas, para lograr el inicio de procesos de legislación de políticas que desemboquen en un comercio más justo igual que acciones médicas y de ayuda a un desarrollo mas sostenible de todos esos pueblos y de toda esa gente en el continente africano, etc.
Sin embargo, existió una frase que me llamó realmente la atención, y no porque no me la haya planteado alguna que otra vez, presumo incluso de tener mi propia visión al respecto y que resulta ser radicalmente contraria a la expuesta por el cantante. El caso es que en un momento de la entrevista Bono confiesa que “…la naturaleza humana es mala y cruel, aunque a veces sea una autodefensa. Creo más en el mal. El mal no me sorprende. Lo espero. Ya no me choca nada de lo que ocurra en el mundo. Lo más sorprendente es la alegría. Quizá debería cambiar mi perspectiva del mundo”.
Debo reconocerle mucho razón de lo expuesto por él, mucho de lo que dice y lo que insinúa en sus respuestas y en sus palabras, además tiene una experiencia de la que yo carezco y supongo que no le permitirá llegar a otra conclusión que la de tener una percepción pesimista del hombre, del mundo, aun a pesar de la cantidad de dinero que tiene y que le valdría para comprar millones de “gafas” que le dejasen ver solo lo maravilloso y lo bonito que nuestro mundo posee. De todos modos pienso que lo realmente perverso lo realmente malo y cruel es el grupo al que pertenecemos, los escasos valores y las pobres prioridades que nos enseñamos y nos marcamos.
Recuerdo que al leer esta parte de la entrevista, me vino a la memoria una imagen ocurrida durante mi visita a Mallorca. Recuerdo como dos niños jugaban al balón totalmente ajenos de donde son, de cómo eran, del color de su piel, de quien era el balón, de si uno era hijo de unos solventes turistas hospedados en un buen hotel y con un buen coche de alquiler en la puerta para poder ir y venir y el otro era hijo de una chica que se dedica a realizar trenzas multicolores a las puertas de ese y otros muchos hoteles. Yo creo, con una testaruda firmeza, en los buenos corazones de esos dos críos, lo que si también creo es que en algún momento de su crecimiento algo que no esta bien hace que la próxima vez que cualquiera de los dos vaya a jugar a la pelota con alguien, deje claro que no habrá ningún problema, o sí, siempre y cuando no haya dudas de que el balón es suyo y que solo jugara cuando el quiera y hasta que el quiera.