Ayer, a la sombra de unos árboles, coincidí con una chica, la cual está disfrutando de sus vacaciones con su marido por tierras gallegas. Durante el rato que estuvimos juntos charlamos de diversos temas, temas de lo más banales y que no tenían más intención que tapar silencios. A medida que avanzaba la conversación me dijo que el libro que llevaba en las manos hacia unos días que lo había acabado de leer y que le había gustado mucho. Había sido una recomendación de su marido el cual era un gran lector. “Bueno- le dije yo- ese es un defecto que compartimos. Quizás hubo épocas donde leía más, pero aun siguen siendo uno de mis pasatiempos preferido”. Esa fue la primera de las coincidencias pues cuando me dijo su nombre, igual que el mío, que sufría una leve enfermedad crónica, como la que yo tengo desde hace años, que prefería la tranquilidad de un paseo a los tumultos de gente, que la playa le gustaba lo justo, que adoraba la música,….me quedé realmente sorprendido. Me callé, y seguí escuchándola mientras pensaba que prácticamente estaba dibujando mi retrato robot.
"Bueno hablando del rey de Roma…" dijo la chica mientras miraba por encima de mi hombro. Me gire y vi que se acercaba un hombre, su marido, el cual después de desearnos las buenas tardes se limitó a darle unas llaves a su esposa y a despedirse muy cortésmente mientras nos anunciaba que iba a dar su paseo diario hasta el puerto.
No era como yo, era más delgado, parecía aun más tímido y algo más mayor. Bueno, ya estaba pensando que el Tertuliano Máximo Alfonso de Saramago estaba pasando unos días también por estos sitios.
Ah!, después ya me dijo mi mujer que estuviese tranquilo que como yo no había nadie,…que era imposible …..yo desde luego me lo tome el sentido correcto, en el buen sentido.
"Bueno hablando del rey de Roma…" dijo la chica mientras miraba por encima de mi hombro. Me gire y vi que se acercaba un hombre, su marido, el cual después de desearnos las buenas tardes se limitó a darle unas llaves a su esposa y a despedirse muy cortésmente mientras nos anunciaba que iba a dar su paseo diario hasta el puerto.
No era como yo, era más delgado, parecía aun más tímido y algo más mayor. Bueno, ya estaba pensando que el Tertuliano Máximo Alfonso de Saramago estaba pasando unos días también por estos sitios.
Ah!, después ya me dijo mi mujer que estuviese tranquilo que como yo no había nadie,…que era imposible …..yo desde luego me lo tome el sentido correcto, en el buen sentido.