Home » agosto 2009
Mi abuelo Manuel era músico. Un músico de pueblo, de un pequeño pueblo de Ourense. La música fue el único camino (bendito sea me contaba él) que le permitió subsistir de mejor manera, primero a una infancia vacía de la compañía, del cariño y de los consejos de unos padres que nunca llegó a conocer y después a una postguerra repleta de miserias y de hambre. Le permitió subsistir pero sobre todo le permitió ser el gran hombre que fue.
Mi abuelo tocó el saxo y el clarinete mientras sus enfermos pulmones aguantaron. Recuerdo sus esfuerzos para mostrarnos la belleza de un pasodoble mientras disponía de algo de aire en su cuerpo y recuerdo en sus ojos la desesperación y la rabia por no poder mostrar a sus nietos todo lo mucho que él sabía. Porque, mi abuelo, aparte de ser músico y haber formado varias orquestas fue un profesor que enseñó en la cocina de su casa, junto a una cocina de leña, a muchos jóvenes de pueblos cercanos los secretos de una partitura y el orgullo de crear melodías y sonidos que permitiese que la gente se divirtiese o se entristeciera que bailase o llorase, en definitiva que se olvidase de su rutina diaria aunque fuese durante un “momentiño” solamente.
Mi abuelo era músico y eso afloraba en su manera de ser de una forma clara. Su carácter, la manera como contaba las cosas, la emoción con que vivía la vida y como la compartía con los suyos,...
Mi abuelo se fue ya hace 24 años pero todavía recuerdo como olia su piel después de afeitarse, como eran sus manos cuando agarraba las mías, unas manos curtidas y con unos largos y delgados dedos, como miraba y como nos quería. Se fue y se llevo su música, se fue por que en algún lugar alguien quería a un buen músico que le tocase un pasodoble ....uno como el que dice
Siento en mí, triste emoción
Me voy sufriendo lejos de ti
Y se desgarra mi corazón
Nunca el sol, me alumbrará
Ya nunca más tu suelo veré
Lejos de ti, de pena moriré
Hace unos días entré en una librería, una pequeña librería, a comprar el periódico. Aquel sitio, encantadoramente reducido, ofrecía un interesante reperterorio de no demasiados libros, de diversos paquetes sin abrir con la prensa del día, de alguna que otra revista de diversa temática y algún que otro material de papelería, juguetería y chucherías varias. Al fondo del local, un señor mayor, dominaba su tienda tras un pequeño mostrador el cual soportaba un ordenador en una esquina, un ordenador viejo, vencido y derrotado por una libreta grande de hojas cuadriculadas donde nuestro señor anotaba todo lo que necesitaba recordar y que se situaba en medio del mesado
Cuando entré en la librería había una cierta aglomeración de gente. El librero hojeaba en su libreta buscando donde había anotado el pedido de la tercera parte de una novela de fantasía cuyo joven cliente le había hecho hace unos días, y que alli se encontraba, frente a él, flanqueado por dos mujeres mayores que él.
Si yo lo había escrito por aquí, hijo. Si es que llame a la editorial y me confirmaron que pronto lo recibiría, ....bueno no te preocupes que yo te llamo tan pronto me llegue el libro
El chaval, acompañado de su madre y su abuela, callaba tímido mientras asentía con la cabeza. En la mano tenia otros dos libros que ansioso no veía el momento de devorar. Su madre, orgullosa, le decía que ...nada hombre, llevate los dos que no vaya a ser que después no le vayan a quedar o los venda el señor..., ante la apenas perceptible pregunta que la hacia el chaval de cual de los dos podía llevarse.
Antonio, mira no voy a esperar más que te veo muy ocupado..., decía otro cliente que tenia tras de mi y que miraba las estanterías de libros, ...lo que si te pido es que me llames cuando te llegue "A cuerpo abierto" de Manolo Rivas, pero en gallego.
Si, si no te preocupes que yo te llamo,.. pero espera que me lo anoto. Oye y como se llama el libreo ese en gallego.
Hombre Antonio,..."A corpo aberto"....es que haces unas preguntas.
Perdona hombre, es que llevo una mañana. Haber señora, le son 45 euros las dos novelas y no se preocupe que yo la llamo cuando llegue el libro, que si es que ya me dijeron los de la comercial que me lo mandaban pronto,...
Vale, vale,.., respondía la señora mientras salía por la puerta orgullosa de su chaval
Me cobra el periódico, le dije, mientras, sin levantar la cabeza de la libreta, me informaba que lo tenia que recoger del un paquete que habia en el suelo, a la entrada de la librería
Allí dejé a un señor que se le veía un poco perdido con sus pedidos, sus libros, sus cliente, su prensa, ..pero encantado de que eso fuese asi,...además para algo tenia su libreta de ultima generaión.
Ayer, a la sombra de unos árboles, coincidí con una chica, la cual está disfrutando de sus vacaciones con su marido por tierras gallegas. Durante el rato que estuvimos juntos charlamos de diversos temas, temas de lo más banales y que no tenían más intención que tapar silencios. A medida que avanzaba la conversación me dijo que el libro que llevaba en las manos hacia unos días que lo había acabado de leer y que le había gustado mucho. Había sido una recomendación de su marido el cual era un gran lector. “Bueno- le dije yo- ese es un defecto que compartimos. Quizás hubo épocas donde leía más, pero aun siguen siendo uno de mis pasatiempos preferido”. Esa fue la primera de las coincidencias pues cuando me dijo su nombre, igual que el mío, que sufría una leve enfermedad crónica, como la que yo tengo desde hace años, que prefería la tranquilidad de un paseo a los tumultos de gente, que la playa le gustaba lo justo, que adoraba la música,….me quedé realmente sorprendido. Me callé, y seguí escuchándola mientras pensaba que prácticamente estaba dibujando mi retrato robot.
"Bueno hablando del rey de Roma…" dijo la chica mientras miraba por encima de mi hombro. Me gire y vi que se acercaba un hombre, su marido, el cual después de desearnos las buenas tardes se limitó a darle unas llaves a su esposa y a despedirse muy cortésmente mientras nos anunciaba que iba a dar su paseo diario hasta el puerto.
No era como yo, era más delgado, parecía aun más tímido y algo más mayor. Bueno, ya estaba pensando que el Tertuliano Máximo Alfonso de Saramago estaba pasando unos días también por estos sitios.
Ah!, después ya me dijo mi mujer que estuviese tranquilo que como yo no había nadie,…que era imposible …..yo desde luego me lo tome el sentido correcto, en el buen sentido.
"Bueno hablando del rey de Roma…" dijo la chica mientras miraba por encima de mi hombro. Me gire y vi que se acercaba un hombre, su marido, el cual después de desearnos las buenas tardes se limitó a darle unas llaves a su esposa y a despedirse muy cortésmente mientras nos anunciaba que iba a dar su paseo diario hasta el puerto.
No era como yo, era más delgado, parecía aun más tímido y algo más mayor. Bueno, ya estaba pensando que el Tertuliano Máximo Alfonso de Saramago estaba pasando unos días también por estos sitios.
Ah!, después ya me dijo mi mujer que estuviese tranquilo que como yo no había nadie,…que era imposible …..yo desde luego me lo tome el sentido correcto, en el buen sentido.
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