Hace 37 años cogí a mis dos niños y vistiendolos con sus mejores ropas baje en el autobús a la ciudad. No era cómodo el vehículo, y mas aun si consideramos la estrecha y bacheada carretera nacional que unía mi casa con la capital. Después de que el revisor me cobrase el billete y cuidando de que los dos críos estuviesen cómodos hicimos los escasos 15 km, hasta llegar al "Fialato", el lugar donde finalizaba nuestro trayecto. Desde ahí hasta el sitio donde estaba el estudio de Ernesto tuvimos que caminar, recorriendo las estrechas y sucias calles de la zona vieja. Ya en el estudio el viejo fotógrafo preparo a los críos, a los dos y les hizo la fotografía.
Cuando llego con la niña a casa le dije si quería tomar algo. Bueno si, que hace un bochorno que no es normal para la época del año en que estamos. La mayor de las crías corría de un lado a otro tras una pequeña pelota que encontré en un cajón entre los trapos de la cocina. La otra la tenia en brazos, todavía era muy pequeña. Entonces me acordé de la fotografía en blanco y negro de hacia 37 años y cogiendo mi cámara, a las dos crías y con su ayuda repetimos la idea del fotógrafo viejo, del fotógrafo Ernesto