Eran las 4:20 del dia de hoy cuando la matrona entreabrió la puerta que daba a la sala de partos con Candela en brazos. Ella, envuelta en gasas, se presentó a todos los que allí llevabamos unas cuantas horas esperandola con cansada impaciencia. Nos abalanzamos sobre ella mientras abria sus preciosos ojos azules correspondiendonos o extrañada de la presencia de tantas caras, de tantas cosar raras, cosas de un mundo al que le empezaba a tocar conocer. Fueron unas largisimas horas que justo en aquel minuto fueron olvidados mientras sonriendo o llorando, embobados o pasmados la recibimos como si fuese la unica niña del mundo. Eso si, puedo asegurar que en aquel momento solo existia ella
Felicidades a ella y, sobre todo a ellos, por haber decidido valiente y generosamente tenerla, gracias Candela por venir y por darnos, o darme la oportunidad de poder aprender todavia muchas mas cosas. Gracias por todo lo que escondes y guardas y que nos iras enseñando, a veces de sopetón y a veces a escondidas. Gracias por la ilusión, por el cariño, por la amistad, por todo lo que tragiste y que guardaban en sus bolsillos los que estaban tras las puertas del paritorio donde viniste a este mundo, en un viejo y mal iluminado pasillo.
Gracias Candela mia.
oscuroabismo. Con la tecnología de Blogger.
Son muchas las cosas con las que quedarse de todo lo que dices. Es tu visión de las cosas y no difiere mucho de la mía. Es verdad, durante aquellos segundos (a mí me parecieron eso) no existía nada más en la tierra que esa personilla diminuta con sus ojos azules saludando al mundo. El tiempo se paró, y todas las sonrisas quedaron suspendidas entre suspiros y emociones como si ese pasillo fuese el centro del mundo. De alguna forma lo era.
ResponderEliminarSi soy sincero durante muchos momentos de la espera creí estar de más, que tal vez no era necesaria mi presencia allí, que sobraba. Luego llegó Candela y al calor de su presencia sentí que había merecido la pena.
Vayamos a donde vayamos me alegro de haber experimentado esa sensación. La de sentir por un instante que nada malo sucede en el mundo.
Es un sensación casi tan bonita como esa niña llamada Candela.
Así que, me permito el atrevimiento de usar tu ascensor y dejarlo escrito. Gracias Candela.
Un abrazo "tío".